-A veces carecía de serosidad, era muy ocioso pero trabajo nunca le falto, tal vez le hacía falta tener un ego más grande o casto, pero ser el conspicuo, recorría urbes enteras en busca de una mejor forma de coexistir, pero siempre rescindía en el mismo agujero de sobriedad, ensombrecido por un pasado innombrable por el silencio y quienes lo conocían, no podían recitar más que un credo. Recuerdo que era difícil sacarle el disfraz, que ante todos él era el mejor hombre, ante sus seres amados, era el agraciado de la familia, pero ante él solo era –un bufón infeliz-.-
- Poca cosa sentía al ser elogiado, su hostilidad, no lo dejaba ser orgulloso, la soledad no dejaba de ser su tumulto de cada noche, las indigencias que ganaba no le servían para ver la luz del día. Se sentaba cada noche en su ventana a destronar su ira y se sentía un artista de día, delineando sonrisas inexistentes. Desgraciadamente los días para él, pasaban como años, se sentía anticuado y desmoralizado, sumiso de sus ironías, lúcido de su vida, era tan presuntuoso, que nada necesitaba, -“amor”-, puede ser que algún día lo conoció, fantaseó e demandó en sus letras perdidas algo naturalmente infalible e honesto, pero él siempre sonrió engreído y impugnó en sus costillas sentirlo puramente en su corazón. Que miserable se consideraba, aislado en su melancolía, enclavado en su tirria, ensangrentado sus palabras a escondidas, se dice que el mismo decía que cada sonrisa que regalaba entre sus dientes plasmaba una palabra retractando sus días. Lástima, era tan buen bufón que todos le fanatizaban, cuanta fantasías endosaba.
-Rescindió sus días enalteciendo su profesión, que arrastradamente cada vez que se levantada, sonría naturalmente diciendo otro día más para ser infeliz en esta avara vida, y salía como cada mañana, a ser el arte de reír de muchos que decían “pobre bufón infeliz”, ojalá la vida lo honre con su cobardía y que su suficiencia le haga emigrar un poco de sensibilidad por los demás.
posiblemente continué...